¿Por qué compras cervezas que sabes que no necesitas con dinero que no tienes? Por instinto. Yo por ejemplo no vivo cerca de ninguna boutique de cerveza así que cuando paso por alguna razón me llevo algo debajo del brazo, aunque sea una botella… a pesar que en mi refrigerador ya no tenga donde ponerlas. Por ejemplo el sábado pasado fui a Lúpulo Cerveza Store a platicar ya que pasé a la cripta familiar que queda por el rumbo así que aproveche el viaje hasta las sureñas tierras de Monterrey y ya estando ahí me lleve un par de botellas que no tenía contempladas pero que igual tampoco cabían en el refrigerador.
¿La solución? Le hable a un par de amigos que si nos las tronábamos ese mismo día porque si no quien sabe cuánto iban a durar haciendo fila.
Afortunadamente ya se me quitó otra de las grandes mañas cerveceras que tenía, el comprar cheve para meterla en la cava, pero después del #OfrendaGate ya no he querido meter nada nuevo, aún conservo un buen par de botellas en ella pero no pienso estar creciéndola en el futuro cercano.
Yo compro cerveza porque quiero, no tanto por impulso, quiero una cerveza que sé no tengo en mi casa me la llevo y ya, sobre todo si sé que no la he publicado en este blog y necesito cervezas nuevas porque ya se me están acabando los post programados, así como ahorita. Eso de dejar de ir por cerveza a Laredo me está poniendo malito de mis post cerveceros, snif. ¡PERO NO SE PREOCUPEN! Ahora que regresemos del Tour of Awesome: TJ/San Diego los voy a abarrotar de post sobre el viaje, mientras tanto bailemos al son de la cumbia.
Nos estamos leyendo
Eslem Torres
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